jueves, 8 de junio de 2017

Un recital a la antigua usanza



“Leco de los tres metales” es una nueva apuesta de José Luis Ortiz Nuevo. La fórmula es bien antigua y bien sencilla. Se reúnen tres cantaores con personalidades artísticas diferentes, se les pone una buena guitarra, y el espectáculo comienza a rodar. Un paseo por los palos más habituales del flamenco —desde luego, echamos de menos a alguien que se lanzase por cantiñas—. Los artistas fueron Jesús Méndez, jerezano de la estirpe de La Paquera, Antonio Reyes, chiclanero emparentado con Pansequito, y Duquende, un flamenco del noreste de la península. Tres voces, tres ecos distintos y personales. La guitarra fue la de Dani de Morón, un joven con un espléndido futuro por delante. Los Melli pusieron las palmas. Y para que no faltase de na, un poquito de baile a cargo de otra joven y firme figura de hoy y de mañana, la granadina Patricia Guerrero.
Lo malo es que anoche la fórmula no terminó de funcionar. Salvo algunos momentos brillantes de Dani, Reyes y Patricia, el concierto resultó algo frío. Y no sería por el público, generoso como el que más con sus aplausos. Es que eso de que sale un cantaor, hace sus dos cantes y se marcha; sale otro y repite la misma ceremonia, no terminó de cuajar. Hubo más monotonía que arte. A Jesús Méndez (bulería por soleá y seguiriyas) le sobró voz y le faltó sentimiento —la seguiriya es un peligroso mihura difícil de ahormar—. Antonio Reyes (soleá y fandangos) puso la nota más flamenca, llegó al público y resultó convincente. Duquende (cantes de levante y tangos) con sus característicos gritos camaroneros destrozó la cartagenera y entristeció los tangos.
Lo de Dani de Morón creo que fue abusivo. Entre unos y otros lo tuvieron casi dos horas tocando sin parar. Hizo además una granaína que nos despertó las ganas de comprar su próximo disco.
Patricia Guerrero estrenó farruca. La llenó de estampas para el recuerdo y se inventó insólitas mudanzas. Fue todo un reto. Primero sin más sonido que sus pies —“ad pedem” que diría un académico trasnochado— y después con la guitarra de Dani. 15 minutos exactos derrochando imaginación y elegancia.
Esto es lo que dio de sí el Leco de los metales y el eco de las voces, las cuerdas y los pies.
                                                                                                                  José Luis Navarro