jueves, 20 de abril de 2017

Tino van der Sman, un curioso nada impertinente


“Curiosos impertinentes”, el concierto que dio anoche en Cajasol Tino van der Sman está basado en su tercer trabajo discográfico, publicado en 2016. Tino lo recrea con libertad sobre las tablas de la Sala Chicarreros.
El concierto, como el disco, es una muestra cabal de la amplitud de intereses de este holandés enamorado de Andalucía y de su música. Un interés, una curiosidad —por emplear parte de su título— que va desde Albéniz a Valverde, León y Quiroga y desde Miguel de Cervantes, de quien se acuerda para bautizar este disco, hasta la poesía de Luis Cernuda. Y todo pasado por el tamiz del flamenco.
Tino ha querido plasmar en esta obra, en palabras suyas, “la visión de un viajero romántico sobre Sevilla y su flamenco”, porque, como aquellos viajeros franceses, ingleses, rusos o polacos del XIX que tantas noticias nos han dejado de los primeros pasos del arte flamenco, él también quiere poner su grano de arena en esta historia compartida.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
En “Curioso impertinente” predomina el toque íntimo, sutil, versátil. Tino se sumerge una y otra vez en una ensoñación lírica e intimista hasta que aparece el sonido acompasado de las palmas y le devuelven a los territorios del flamenco. Es un toque en el que, por supuesto, está el compás flamenco, pero en el que sobre todo reina la armonía clásica.
Empezó con “Donde candelilla hubo”, una minera con el encanto y la delicadeza de la granaína que remató con Cepillo por alegrías (“La alegría del Valle”), un tema descaradamente flamenco sin perder el aroma y la exquisitez del toque clásico.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
Con el cante de Jeromo Segura y los pies de “El Choro” Tino se mete en una seguiriya que titula “Rubato”. Sigue, con la presencia de Diego Villegas y una etérea Tamara López, “Que por mí…”, inspirada en la malagueña de Isaac Albéniz y rematada con un fandanguillo, una auténtica filigrana con incursiones a su propio pensamiento musical, para mí el momento cumbre del concierto.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
Después, dos novedades con respecto al disco, un viaje a la canción, el bolero “Amor sin tregua”, y la espléndida voz de Babel Ruiz.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
Tino, Babel, Villegas y Tamara con tacones y abanico dan vida a los versos de Cernuda en “Jardín antiguo”.

Fotografías: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
Una fascinante exhibición de trémolo en “Anicha” y flamenco y jazz por rumbas (“Curioso impertinente” suyo y de Juan Antonio Suárez “Cano”) más unas bulerías (“La mano del labriego”) al más puro estilo jerezano para acercarse al cierre.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
Al final, un nuevo hachazo a Valverde, León y Quiroga y a su “Ojos verdes” —Tino contó que cuando lo estrenó un señor mayor dijo que los acababa de “asesinar”—, que pierde la preciosa pincelada de voz que Marta Santamaría dio en el disco y gana toda una orquesta flamenca con los pies de El Choro y el contrabajo de Juanmi Guzmán incluido.
Fotografía: Jaime Martínez. Cortesía de Cajasol.
El público aplaudió puesto en pie y Tino, para agradecer esos aplausos, tras anunciar su inminente paternidad, estrenó una nana que suponemos compuesta para su futur@ primogénit@.
Fotografía: Remedios Malvárez. Cortesía de Cajasol.
Una apuesta de Cajasol por lo inusual y un magnífico concierto.
                                                                                                                        José Luis Navarro