martes, 3 de marzo de 2015

Así no, Menese

Yo no soy quien para decirle a un artista cuándo ha llegado el momento de retirarse, pero sí debo decirle cómo no se debe salir a un escenario. El flamenco es además un arte muy sui generis. Un artista puede tener un mal día. Todos lo entendemos. Lo que no se puede hacer es confundir un teatro con una taberna. Un cantaor, si es un profesional, sale al escenario a cantar y no a contar su vida, “a echar las asaduras por la boca”, como él mismo dijo. Su vida se queda en el camerino. Y puedo decir más. A lo mejor habría que hacer una prueba de alcoholemia a la puerta del camerino. Desde luego, lo de anoche no es que fuese desacertado, es que fue lamentable. Echarle ojana a Sevilla —“una ciudad como esta, con tanto empaque y tanta sabiduría”, dijo— y después faltarle de esa forma el respeto no es de recibo. A Sevilla y a sus paisanos y amigos, porque la mayor parte del poco público que asistió al Central era de la Puebla de Cazalla —habían fletado un autobús para venir a verle—.

José Menese y Antonio Carrión. Foto de Archivo.

El programa anunciaba tonás, seguiriya, tientos, caña, petenera, bamberas, marianas, soleá y mirabrás. Después, él hizo lo que fue pudiendo: polo, malagueña y abandolaos, cantiñas, soleá, taranto, tientos, seguiriya y una lastimosa versión de su Romance de Juan García.

La lección de profesionalidad, cada uno a su manera, la dieron Antonio Carrión y los Melli. Antonio estuvo toda la noche en maestro y, para redondear su actuación, bordó un solo por bulerías con los Melli que fue, por supuesto, lo mejor de todo el concierto.

                                                                                                 José Luis Navarro