martes, 2 de abril de 2013

Tributo a Chavela Vargas de David Palomar


La dama del poncho rojo es un homenaje emocionado y religioso que ha querido rendir David Palomar a Chavela Vargas, esa mejicana nacida en Costa Rica que metió flamencura en el bolero. 

David pone su voz al servicio de los sentimientos de una mujer que era pura pasión y lágrimas. Una voz prodigiosa ―David hace lo que quiere con ella― con la que va exprimiendo hasta el último aliento de un corazón atormentado. 

Canción a canción revive anhelos y tristezas: "Ponme la mano aquí, Macorina", "Los ejes de mi carreta", "Somos un sueño imposible que busca la noche", "La nave del olvido", "De un mundo raro", "Volver, volver, volver", "Amanecí otra vez entre tus brazos", "Llorona", "Luz de luna", "En el último trago", "Piensa en mí", "Dónde estás, corazón", "Canción de las simples cosas", "Luz de luna" y ese "Bendita,  Chavela Vargas" con el que se despidió. 

Como buen gaditano David también supo apuntar unas pataítas buleareras para terminar de aflamencar el repertorio de la Vargas.

Compartieron escenario y aplausos con Palomar, el también gaditano Edu Guerrero, que ilustró con su baile "Piensa en mí" y "La despedida", en la voz de Chavela ―, así como Miguel Ángel López que, desde el piano, dirigió el exquisito acompañamiento de Ricardo Ribera (guitarra), Alex Benítez (bajo) y Javier Mera (percusión).

Terminado el concierto, porque, según dijo Palomar, "de bien nacidos es ser agradecidos" quiso agradecer al público sevillano todo cuanto a Sevilla dijo que le debía y lo hizo con una "mijita" de flamenco. ¡Como si todo su concierto no hubiese sido profunda y radicalmente flamenco!

No nos gusta ponerle peros a un concierto que no los tuvo ―hasta el público supo cantar unas frasecitas―, pero no me parecieron del todo acertados algunos de los textos y parodias que servían introducción a las canciones. Creo que banalizaban una música extraordinaria.

José Luis Navarro